Ser niño
¿Qué adulto, de cualquier estrato social en este mundo de preocupaciones, anhelos, tropiezos, no ha deseado en medio de uno de esos difíciles e ineludibles compromisos, que en nuestro diario vivir se nos presentan volver a la niñez?
Para así de esta manera evitar los compromisos que debemos resolver, que maravilloso sería cerrar los ojos y como por arte de magia volver a ser niños nuevamente, para darnos cuenta que es la época y la edad más maravillosa e irrepetible que nos puede ocurrir en nuestras vidas.
Donde solamente nuestras preocupaciones eran, comer, jugar y dormir, sin importarnos lo que estuviera ocurriendo a nuestro alrededor.
Esa edad donde reina y manda la inocencia, acompañada de la bondad, donde las únicas bombas que conocíamos eran las que se llenaban de agua, para la época de los carnavales.
Las guerras las organizamos con tiza y papel con nuestros compañeros de clases y las diferencias las resolvíamos con piedra, papel y tijeras, o con tin marín de dopirin fue y no con las armas de hoy en día.
La
palabra peligroso, la asociábamos únicamente con esos animales que tenían esa
condición y no a los seres humanos.
Que el ser más maravilloso y poderoso sobre la faz de la tierra era tu madre, la que con un beso y un abrazo solucionaba y curaba todo.
En la niñez, ser rico, no era aquel que tuviera mucho dinero, influencias y bienes materiales, sino el que contara con muchos amigos y salud y todo el mundo lo quisiera.
Era la época donde corregíamos y aprendíamos gramática y ortografía, arrancando la hoja del cuaderno con una inmensa sonrisa, de uno y de los que estaban al rededor.
Las personas de más de 18 años, eran demasiado viejas para ti, tu gran rival si es que los tenías era tu hermano mayor, pero tú principal defensor cuando estabas en problemas o alguien que quisiera agredir, los enfrentamientos entre policías y ladrones, eran muy divertidos y si uno hacía de ladrón, era mucho más emocionante.
Que maravilloso sería que el ser humano permaneciera en esa edad, rodeado de bondad, inocencia y pureza, cuántas cosas no cambiarían y cuan diferentes serían nuestras relaciones.
Lastimosamente
la magia y el encanto se va rompiendo y se va perdiendo a medida que vamos
creciendo, conociendo y explorando el mundo.
Es cuando en algunos momentos deseamos con desesperación, ser adultos para resolver algunas cosas que de niños no podemos, pero luego de que hemos culminado la etapa del crecimiento y comenzamos a experimentar y a vivir las dificultades, necesidades y retos de los adultos, es entonces que deseamos regresar al pasado y ser niños nuevamente, para escapar del compromiso que hemos adquirido al nacer, que no es otro que vivir, honrada y dignamente.
Que
en todas nuestras acciones, seamos niños nuevamente, para que exista bondad y pureza
en todas las relaciones del ser humano y tengamos un mundo en paz y mejor.
Por: Iván Fernando Márquez Gómez
Teléfono: 3013942339
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