Añoranzas
Cada
momento de la vida, debe ser disfrutado con entusiasmo y alegría, ya que estos
jamás se volverán a repetir y nunca serán los mismos, así regresemos al sitio
de los acontecimientos y hasta con las mismas personas.
Cuando
estamos lejos de nuestro terruño, bien sea en el mismo país, pero fuera de la
patria chica, la nostalgia y melancolía, es muy sentida y conmovedora, como me
lo recordó mi admirada y querida prima Elizabeth al visitar Valledupar para fin
de año.
Se
añora todo, olores, colores y sabores y si es escuchando una de esas canciones,
del auténtico vallenato, tocada, compuesta e interpretada por verdaderos juglares,
de los que hoy quedan pocos, mucho más; escuchar los bajos de Alejo Durán, los
pitos de una puya, tocada por Alfredo Gutiérrez, el Rebelde del acordeón, la
maestría de Luis Enrique Martínez y de Colacho Mendoza al ejecutar un merengue,
la autenticidad de Emilianito Zuleta, así como la jocosidad y creatividad de
Calixto Ochoa.
Que decir, de la inspiración poética de un Leandro Díaz, el que veía con los ojos del alma, melodías de Rafael Escalona, considerado padre del folklore, o del flaco de oro Gustavo Gutiérrez Cabello anhelando la paz, los temas y versos de Poncho Cotes Jr, o del trío de oro.
(Hernando
Marín, Sergio Moya Molina y Máximo Movíl), poemas cantados de Rosendo Romero,
el poeta de Villanueva, composiciones de Carlos Huertas el cantor de Fonseca y
las letras de Santander Durán Escalona entre otros, o bien los enfrentamientos
de los hermanos Manjarrez, Alcides y Rafael, con el Monito Arzuaga, Rubén
Toncel o Bornacely en el concurso de la piquería, gratos recuerdos, que
permanecerán perennes en nuestra memoria.
Quién no desea escuchar un buen vallenato, en las voces de un Jorge Oñate, el Jilguero de América, una canción con el Pulmón de Oro Poncho Zuleta, la gracia y carisma del Cacique de La Junta Diomedes Díaz, los éxitos de Rafael Orozco, dedicar una serenata con la voz morena del vallenato Silvio Brito, la potente voz de Armando Moscote y del tenor Iván Villazón, un Beto Zabaleta en diciembre, todos estos, pioneros y fundadores de este hermoso folklore, lamentablemente algunos de ellos ya fallecidos.
Esas,
letras, notas y melodías, que nos conmueven el alma, y que nada tienen que ver
con lo que se escucha hoy en día, esas que nos recuerdan el viejo Valledupar,
La Plaza Alfonso López, sentarse bajo la sombra del palo de mango, sus calles
tranquilas y apacibles, las desaparecidas cabañuelas, la imponencia de la
Sierra Nevada, los Arhuacos con sus Mochilas y Poporos, los Cañahuates
florecidos, engalanando la tierra del Cacique Upar.
Quién no añora: las ventas, de arepitas,
quequis, merengues, chiricanas y dulces, en La Garita del otrora Valledupar;
las almojábanas de La Paz, el sabroso queso de San Diego, los alfandoques y
panelas de Atanquez y las tradicionales arepas de queso, de la capital
vallenata.
Saborear los típicos dulces del valle; visitar
Hurtado y bañarse en las frías aguas del río Guatapurí, La Semana Santa con sus
Nazarenos y penitentes, Un Lunes Santo para ver al Ecce Homo, La rememoración
de La Leyenda Vallenata, en plena Plaza Alfonso López y el baile de los
diablos, en el día del Corpus Cristi.
De igual manera el desfile de las piloneras,
encabezado por la Cacica, legado de la desaparecida Lola Bolaños, por allá en
la Carrera 4ta del Barrio el Carmen, quien armaba altares para que los indios
bailaran en los frentes de las casas, para después repartirles dulces a los
niños de la Garita y el centro, todos esos son recuerdos, que conmueven y
estremecen a todo el que ha vivido y nacido en esta maravillosa tierra de
ensueño y tradiciones.
Esta
nostalgia se acrecienta, al oír un cometario, de un paisano, del país
vallenato, que aunque no lo conozcamos, habla de sitos y lugares, que solíamos
frecuentar, cuando éramos, niños, adolescentes o jóvenes, y cuando empezamos a
ilusionarnos por ese primer amor, así fuese platónico.
Nos transportamos y hasta sentimos los olores,
de esos tiempos añorados, queremos volar a esos instantes y momentos maravillosos
e irrepetibles de nuestra existencia, pero si estás fuera de tu país y se
acerca la época decembrina, mucho mayor será la nostalgia y el guayabo, que
sentirás.
De igual manera, quienes han perdido a un ser querido, o a un gran amor, vivirán un contraste de sentimos y emociones, confundiéndose entre, alegrías, melancolía, placeres, risas y llantos, como exigiéndole una explicación a la vida y recorriendo esos lugares, bien sea mental o físicamente, esperando encontrar, algo o a alguien en ellos, que lo consuele o lo calme, o quizás comparta su sentir, estas, son huellas y recuerdos indelebles de nuestras vidas.
Momentos
estos, que se aprecian y se valoran mucho más, con el transcurrir de los años,
puesto que al vivirlos, no nos dábamos cuenta, de que éramos felices y no lo
sabíamos, es por ello, que debemos disfrutar cada época de nuestro existir, al
máximo, es decir, siendo: ricos o pobres; gordos o flacos; viejos o jóvenes;
con arrugas o sin ellas.
Ya que cada una de nuestras etapas, tiene su
encanto y valor y deben ser vividas y valoradas como el último instante de
nuestras vidas, debido a que constantemente, estamos añorando el tiempo que ya
pasó, pero olvidándonos de disfrutar el presente.
La
lucha constante por la felicidad, el bienestar y desarrollo de la especie
humana, se ha convertido en una voraz y fratricida competencia o guerra entre los
seres humanos. Es por ello, que los valores, la ética y buenas costumbres, son
apartadas o violadas constantemente, bien sea por los profesionales, letrados o
analfabetas, con tal de conseguir sus propósitos o para obtener algo a cambio.
Emulando esa fatídica frase de Nicolás Maquiavelo que dice: el fin justifica
los medios.
Debido
a esto, los que no son viejos, pero tampoco unos adolescentes están constantemente
comparando, el presente con el pasado, diciendo que antes era mejor, es decir
añorando y rememorando tiempos pasados, y nos desilusionamos y nos llenamos de
impotencia y frustración, al ver lo que sucede actualmente en la sociedad
mundial.
Puesto que la capacidad de asombro, en la humanidad ha llegado a su límite y si continuamos así, llamando a lo bueno malo, y a lo malo bueno, el mundo al revés, como decía el maestro Eduardo Galeano, la especie humana, está en serios peligros, por la lucha constante entre todos nosotros, no solo en sobrevivir, sino para sobresalir, a costa de lo que sea.
Esperando
que recapacitemos todos, tanto por el bien nuestro y de las futuras
generaciones, sino también por el de la tierra misma, nuestra Pacha Mama el
único hogar o vividero que tenemos, ya que sin esta, nuestra existencia estaría
en entre dicho, sin olvidar, que solo estamos de paso en ella, dejémosla igual
o mejor que como la encontramos, para no vivir solo de añoranzas.
Por: Iván Fernando
Márquez Gómez
Teléfono: 3013942339
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