La magia y encanto del país vallenato y sus habitantes
Hablar de los
valores culturales y de las personas de esta mágica y encantadora tierra, del
viejo Magdalena y del actual valle del Cacique Upar, esa que está enclavada en
las estribaciones de La Sierra Nevada de Santa Marta, en donde queda Teyuna construida por los indígenas Tayronas hace más de 1.000 años.
Esa que tiene con 1. 200 escalones, pero conocida
como “Ciudad Perdida”, la que es
comparada con Machu Picchu en el Perú, siendo Ciudad Perdida 600 años mayor,
pero poco visitada por falta de vías de acceso y difusión por parte de las
entidades gubernamentales, desde que se supo de
ella, en la década de los 70.
Es inspirarse en
la gracia y belleza de una fémina tratando de conquistar su corazón, es evocar
el enfrentamiento de dos juglares de nuestra vernácula y representativa música
vallenata, para demostrar quién ejecuta mejor el acordeón y quién compone los
mejores versos y melodías, con el firme propósito de enamorar a la mujer de su
sueño.
Como sucedió con
los maestros de esta hermosa costumbre y tradición; esos juglares como Lorenzo Morales, “Moralito” el de los
Cardonales de Guacoche (Cesar) tierra de mujeres y hombres laboriosos y
artesanos y de Emiliano Zuleta Baquero,
de La Jagua del Pilar (La Guajira) de donde surgió la joya musical “La Gota Fría” quién no se deleitaba
con la picardía, creatividad y talento para componer y cantar, de Calixto Ochoa Campo, el creador de más
de 1.500 canciones, entre ellas verdaderos clásicos musicales.
Calixto Ochoa
(Los sabanales,
El africano, Yoyo, el mundo, Remanga entre otras) grabadas e interpretadas, no
solo por él, sino por grandes orquestas y grupos internacionales, en esta
tierra triétnica (negros,
blancos y aborígenes) en donde convergen e interactúan un sinnúmero de
historias y vivencias.
Es añorar
anécdotas, mitos y leyendas, desde enfrentamientos con el Diablo, por parte de
ese mítico personaje, “Francisco El
Hombre” utilizando únicamente sus armas más poderosas, la inteligencia y el
acordeón.
Así como
atreverse a construir una casa en el aire, como lo hizo uno de los pioneros y
fundadores del Festival Vallenato Rafael
Escalona, como condición para los enamorados y poder visitar a su hija Ada Luz, quien era la luz de sus ojos.
Hablar de esta tierra, es admirar lo que pudo hacer ese maestro y gigante de la
música vallenata “Leandro Díaz”, para
mí, el más grande e importante compositor, que ha parido esta mágica tierra.
Leandro Díaz
Ese que veía con los ojos del alma,
describiendo casi a la perfección siendo invidente, los paisajes de su bella,
pero olvidada tierra Guajira, igualmente lo hacía con la naturaleza, destacando
su majestuosidad como si realmente los estuviera viendo.
¿Qué compositor
puede inspirarse de esa manera, sin poder ver) Es deleitarse
al escuchar tocar y cantar, a “Alejo
Durán” Mi pedazo de acordeón y el 039, dos obras sobresalientes, del primer
rey vallenato, con su voz cadenciosa y sus notas bien marcadas y lastimeras.
También es
rememorar el orgullo de Compae’ Chipuco,
Antonio Guerra Bullones por tener
las patas bien pintadas como lo expresaba él, lo que lo identificaba como un
verdadero vallenato, este personaje, originario de La Guajira, tocaba el
acordeón y componía canciones a orillas del río Cesar, sostuvo un negocio de
comida con sus esposa Carmen Arzuaga.
Más adelante en
la calle del Cesar monta un salón de baile, llamado “La Academia”, donde funcionó por muchos años la Farmacia Mundial
N° 1, Compae’ Chipuco fue bautizado
con ese remoquete por el ruido que producían los calambucos del agua, cargadas
en las bestias de arriar, el preciado líquido.
Así era la
onomatopeya de los calambucos de agua, que dieron origen a su remoquete…
Chi puc, chi puc, chi puc…
Compae’
Chipuco
Todos estos personajes
y anécdotas, hacen parte de esta mágica y encantadora tierra del país
vallenato, como es conocida esta región en donde confluyen tres departamentos,
Cesar, Guajira y Magdalena.
Artistas, con talento y
gracia para componer, cantar o tocar cualquiera de los instrumentos que hacen
parte de la música vallenata, como lo son: “La
caja, la guacharaca y el acordeón”, folclor que también es trietnico como
sus habitantes, descendientes de los españoles, aborígenes y los traídos de
África.
Y que más adelante, no
solo eran los habitantes de esta región, quienes tocaban, cantaban o componían,
sino que en muchas regiones de Colombia, también se hace, como es la sabana de
Colombia con grandes representantes como Adolfo
Pacheco y Lisandro Mesa y en el
interior del país, quienes han ganado concursos de música vallenata,
demostrando que el vallenato, ya hace parte de toda la geografía colombiana.
Inclusiva ha traspasado
las fronteras, como en México, Panamá, Venezuela entre otras naciones
fronterizas, en donde también se toca y se canta música del Valle del Cacique
Upar, como también se le conoce.
Solo esperamos que no
se pierda la esencia, que se respete el verdadero vallenato, ese raizal, que
las nuevas generaciones toquen vallenato de verdad y las letras y canciones,
sean poemas cantados como antaño, para seguir siendo el país vallenato orgullo
de Colombia y del continente, siendo declarada la música vallenata patrimonio
cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO el 1 de diciembre del 2015.
Por: Iván Fernando Márquez Gómez
Teléfono. 3013942339
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